Disonantes

Continuando meramente con un comentario que hace Sandra en la entrada anterior, aprovecho para ventilar algunas ideas surgidas de ejemplos del patético ciclo electoral en que nos inmergimos.

La cláusula sobre liberalización arancelaria para maíz y frijol fue propuesta y empujada por la fracción mexicana en las negociaciones del TLCAN, para sorpresa de propios y extraños.

Si cuestionable en forma, ha tenido una finalidad que nadie ha querido reconocer. Los agricultores de todo el país como iniciativa privada, se han desinteresado de hacer bien su trabajo y mejorar para poder sobrevivir en un contexto al que no podemos rehuir (no comparto la fascinación de la competencia por la competencia).

Fenómeno recurrente y de larga tradición, es ver la actividad agropecuaria como excusa para la autocomplacencia, no como actividad rentable y empresarial.

Un tren (bala) también llegaría a mi jomtaun. Después de los accidentes en el metro del DF, su insostenibilidad financiera y la pésima planeación y puesta en marcha de la ampliación de metrobus hace un año, ni ganas de subirse al nuevo juguete.

Lo más interesante es que hay una expresa incapacidad de autocrítica, raciocinio independiente, humildad, y aprendizaje por quienes podrían considerarse ´marco muestral´ de militantes férreos de la amlomanía.

Manías y fanatismos.

La condición inquisitiva propia de mentes tan tradicionales equiparables con la experiencia católica, y que que hoy se autodenominan izquierda excluyentemente. ¿Pero cuál?

Resulta que por preguntar, criticar, o desmentir uno se convierte en un obtuso-ultraderechista-autoritario-antidemocrático-enemigo. Yo defiendo mi posición de ciudadano.

¨Cállese ciudadano paga-impuestos, no me deja engañar a la gente¨. Ni a la vez defender su libertad de expresión, le faltó agregar.

Ni de un partido ni de otro. Sin abogar por la perfección propia ni la de otros. El panorama no es alentador ni inspira adhesión total o convicción absoluta a que ninguno de los barcos (apenas pangas diría yo) se mantuviera a flote por méritos propios. Hay serias críticas para todos. A uno mismo como ciudadano, como estudiante, como individuo activo y pasivo en tareas distintas. A funcionarios, a programas, a políticos y plataformas, a candidatos en sus formas y sus fondos.

Se reconocen sobreimposiciones ideológicas y religiosas sobre el bien público, la falta de -accountability- al no haber traducción válida, impunidad corrosiva, estancamiento de cambios y avances, nulo proyecto de nación, propuestas irresponsables, búsqueda enfermiza de poder. Hay para repartir a todos.

Ahora bien, que gente de nivel educativo superior, si acaso verdaderamente universitario, haga gala de ignorancia e irresponsabilidad en asuntos de administración pública, campañas y elecciones no resulta menos que extraño y cuestionable. Evidente disonancia cognitiva.